Viejitos queer

Publicado en El Espectador, Mayo 17 de 2018


En Transmilenio, Lina vio a un anciano con “la mano entre las piernas” haciendo lo que algunas amigas le habían contado que sucede a veces en el transporte público.

Según el relato de Lina, el viejito no era un exhibicionista. “Tapaba su acto con (una) agenda... En ocasiones miraba con precaución para cerciorarse de que no estuviera mostrando más de lo debido”. Lina no sabía qué hacer. Aunque no tan grave como un manoseo, para ella era obviamente una agresión. Dudaba recibir apoyo de otros pasajeros si protestaba. Tomó foto de la infracción, pensó subirla a redes sociales pero “difícilmente él se daría cuenta, así que decidí confrontarlo públicamente”.

Puesto en evidencia, el encartado onanista se bajó del bus. El incidente hubiese podido terminar ahí, en una vergüenza, pero Lina y otra pasajera ofendida decidieron perseguirlo. Se dirigieron a un policía que les preguntó si denunciarían esa “injuria por vía de hecho”. Lina no sabía si seviría pero lo hizo. Recordó mujeres “manoseadas, violadas, torturadas o muchas cosas más tanto en las patrullas como en las instalaciones de la policía”. Temió que el señor, con más de 70 años, recordara su dirección y los familiares tomaran represalias. Días después, persistían el susto y las dudas: se había expuesto al peligro. Varias personas le preguntaron si el sujeto la atacó o sólo se estaba masturbando. Lina justifica su decisión recordando al asesino de Rosa Elvira Cely y a “tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado la dignidad y la vida”. Sin sugerir que sea “un potencial asesino o violador”, piensa que esa conducta la favorecen el temor y el silencio de quienes no denuncian. En la estación de policía, con “largas horas de espera”, Lina, periodista y doctoranda en historia, no tuvo suficiente curiosidad para hablar con el denunciado y averiguar sobre su conducta, o su ánimo de revirar.

Lina fundó y dirige Sentiido, un portal de “opinión y análisis LGBT” donde publicó su peripecia. Allí también ha colgado artículos pedagógicos como "Queer para dummies" en el que aclara que ese término, antes utilizado para preferencias no heterosexuales, tiene ahora una acepción más amplia, la de una actitud transgresora: “lo queer representa las sexualidades que traspasan las fronteras de lo aceptado socialmente… La palabra queer utilizada como verbo significa desestabilizar normas aparentemente fijas. Mientras que el adjetivo queer es entendido como raro, torcido o extraño”.

Difícil no extender ese término en boga al anciano que transgredió normas sexuales impuestas por el sistema represivo que combaten las minorías LGBT, médula del portal dirigido por Lina. Por su sexualidad mal comprendida y peor satisfecha, el viejito queer tuvo que pasar varias horas humillado en una estación de policía por dos mujeres escandalizadas. Si al ser expuesto en el bus hubiera declarado ser gay, tal vez la angustia de Lina se hubiera transformado en empatía e indagación periodística. Según una investigación con latinos estadounidenses, “alrededor de la mitad de los hombres de las comunidades homosexuales informaron haber tenido relaciones sexuales en un lugar público durante el año anterior”.

Sentiido es normalmente un portal equilibrado en un entorno donde abundan los sesgos y la falta de objetividad. Sorprende que un medio defensor de los derechos sexuales de minorías muestre semejante mojigatería e incoherencia: lo queer sería legítimo para ell@s, no para cualquier hetero; es excluyente pregonando la inclusión. Que un anciano masturbándose a escondidas evoque a un violador y asesino indica que el activismo igualitario puede ser tan paranoide y discriminatorio como los sectores reaccionarios que critica, además de desinformado: la hipersexualidad de algunos ancianos, por ejemplo, a veces resulta del tratamiento farmacológico del mal de Parkinson.

Para completar, gracias a la obsesión de la militancia progre, si este viejito hubiera optado por un burdel, en varios países sería considerado delincuente, cómplice de la violencia sexual contra las mujeres, tal como lo percibió Lina. La Promenade, un excelente cortometraje de Marina de Van, ilustra que solo las prostitutas muestran compasión por los ancianos, o los discapacitados, sin posibilidad de tener sexo, una solución contractual cruelmente vetada por el activismo. Con la misma arbitrariedad,  ignorancia y falta de empatía de los jueces que en los procesos penales por violación sentencian lo que deberían sentir las mujeres, las feministas pretenden definir cuáles deseos o necesidades masculinas merecen ser tenidas en cuenta. Sentencian que los hombres deben reaccionar sexualmente como lo harían ellas, que con los años pierden interés en esos asuntos. Decretan que los demandantes de servicios sexuales, sin ninguna distinción, aún septuagenarios, solo buscan someter y humillar al género femenino. Así las supuestas víctimas les tengan lástima, los atiendan voluntariamente, les cobren por sus cuidados y jamás vayan a denunciarlos: saben que son inofensivos, a veces transgresores, indudablemente queer.

* Facultad de Economía – Externado de Colombia







Cooper, Christine A, et. al (2009), “Prevalence of hypersexual behavior in Parkinson’s disease patients”. Int J Gen Med. ; 2: 57–61.

Cuéllar, Lina (2015). "La mano entre las piernas". Sentiido, Jul 28


Klos, Kevin J. et. al. (2005). “Pathological hypersexuality predominantly linked to adjuvant dopamine agonist therapy in Parkinson's disease and multiple system atrophy”, Parkinsonism, Sep, Volume 11, Issue 6, Pages 381–386

Reisen, Carol et. al. (2010) “Sex in public and private settings among Latino MSM”. AIDS Care. Jun; 22(6): 697–704.

Rubio, Mauricio (2012). "El paseo por una mujer". La Silla VacíaEnero 10

Sentiido (2013). "Queer para dummies". Ago 10


Voon, Hassan et. al. (2006) “Prevalence of repetitive and reward-seeking behaviors in Parkinson disease”, Neurology Oct 10;67(7):1254-7